La Oportunidad de las Estepas

Estoy en la ancha sabana,
los pastizales zumban
y se inclinan por el aliento que circunda toda la tierra.
Debo hacerme de largas y verticales piernas
para no humillar al sol con la sombra de mi silueta,
con la piel del antílope que ayer cacé envolverme,
y como si fuera el forraje de un lánguido arbusto en mí arroparlo.
Que el sudor sea la leche de mi silencio y los huesos de mi espalda no se encorven
el horizonte no muestra sus colmillos ni el invierno sus cordilleras.
Sin detenerme avanzo delgado,
tensado entre dos crepúsculos opuestos:
Uno me hace descender como sediento rizoma
y el otro tira de mi alma que es un niño que nace como pez por mi boca.
Quiero escarbar en los bolsillos y recordar que no agoté las semillas en el pasado.
Soy como el antílope de amplias patas
que más que avanzar alarga las zancadas de su sombra,
empuño mi manto y cierro los ojos
dejando que la estepa con su ancho
resuelva el mito escondido dentro de la tierra

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